Por: Gabriela Carvalho
Victória Dandara Amorim, de 24 años, creció en Itaquera, en el lado este de São Paulo. En febrero de este año, fue la primera travesti en graduarse de la Facultad de Derecho de la USP (Universidad de São Paulo), en Largo São Francisco, ubicada en el centro histórico de la ciudad.
Allí también hizo historia. “Hubo incluso gente que tramitó después, pero yo fui la primera travesti en entrar y graduarme [na instituição]. Y no lo digo por orgullo, sino como una forma de denuncia”.
Según ella, existen varias barreras para que los cuerpos trans y travestis ocupen estos espacios. “Es más fácil para alguien esconder quién es o esperar a graduarse para la transición”, dice ella, quien ingresó al curso habiendo pasado ya por la transición.
Victoria Dandara prestó juramento en su graduación en febrero de este año @Archivo personal
Y durante sus años de graduación, la abogada dice que exigió políticas, espacios y que la universidad la viera. “Hubo pocas referencias de mujeres travesti que ingresaron a la educación superior. Y en San Francisco, el ambiente no es acogedor”, dice.
“Han sido 195 años de una universidad muy tradicional, la arquitectura misma envía el mensaje de que un travesti no debe estar allí. Me tomó un tiempo verme en este lugar”.
Victoria destaca el estigma de las personas trans que viven en la región central. “Los travestis que encuentras son los que andan por ahí, en la calle, en la prostitución. Los encuentras en la Sé, en la marginación, no dentro de la facultad”.
Por eso, al hablar de la conquista, afirma que los demás tienen las mismas oportunidades, y que completar la educación superior no es una excepción.
“Necesitamos cobrar cuotas trans, una efectividad del nombre social, políticas de estadía estudiantil y manutención para que la gente realmente logre estar ahí”, señala.
En un escenario donde el 90% de las mujeres trans se encuentran en la prostitución [dado da Antra, Associação Nacional de Travestis e Transexuais] y en la marginación, este es un ciclo excluyente.
Después de 195 años, Victoria Dandara es la primera travesti graduada en derecho en la USP @Archivo personal
Efecto de recepción
Cuando se habla de las barreras para estar donde estás hoy, es imposible no mencionar los prejuicios. Victória Dandara inició la transición de género cuando aún estaba en la escuela secundaria y dice que, a pesar de las dificultades, el apoyo familiar fue fundamental.
El incentivo para seguir estudiando e ingresar a la educación superior vino de su madre, Micheli Toth Rossi. “Ella dijo: ‘somos pobres, entonces no hay otra manera, tenemos que estudiar’”.
“No fui elegido, no fui elegido, no soy el más inteligente. Pero tuve una madre que creyó en mí, me apoyó y permitió que esto fuera posible”
A los 16 años, Victoria asistía a una escuela privada en la zona sur, con una beca. Aunque era un lugar más progresista, seguía siendo una institución católica. “Fue una cosa muy velada, el coordinador trató de ser progresista y trató de acogerme”.
“No podía usar el baño, el nombre social que tenía que pedir para cada maestro. Tuve profesores y alumnos que se reían en mi cara. No había una estructura para tratar el asunto”, dice.
“Nos expulsan de la casa, luego nos expulsan de la escuela… Porque si ya no tienes casa, ¿cómo puedes querer seguir en una escuela que te viola, que te ataca?”, se pregunta.
La historia de Victoria fue diferente precisamente porque contó con el apoyo de su madre en casa. “Al no tener hogar, escuela y familia, te dedicas a la prostitución. Es la historia de vulnerabilidad social que conocemos. Entonces, si escapé de este ciclo es porque mi madre me acogió”.
El derecho y el reencuentro con la historia misma
Profesora de filosofía en una escuela pública, Micheli, la madre de Victoria, volvió a trabajar para criar a sus hijos después de un divorcio, ya que sufría violencia doméstica.
La experiencia durante el período del divorcio de sus padres fue algo destacable para la abogada recién graduada. “Tenía alrededor de diez años y mi madre se estaba separando de mi padre. Ojalá tuviera un abogado que pudiera ayudarla en ese momento”, recuerda.
Según Victoria, su madre experimentó violencia institucional. “Mi familia sufrió violencia por parte de los abogados. Y eso me construyó una imagen autoritaria sobre la profesión, pero no debería ser así”.
A partir de esta experiencia, se despertó en ella el deseo de actuar con algo social. “Empecé a estudiar gestión pública, pero después de participar en un congreso de líderes en Rusia, en 2016, me di cuenta de que el derecho me traería más herramientas para el cambio”.
“Es un país muy transfóbico, hasta sufrí amenazas de muerte, pero igual fui, porque era importante estar ahí”. Dice que, en ese momento, si hubiera tenido conocimientos jurídicos, podría haber ido más tranquila, con algo de protección. “La vicecónsul dijo que no debería ir porque podría ser asesinada”.
Travestis como defensoras de derechos humanos
Ahora, como abogada egresada de una de las facultades de derecho más reconocidas del país, Victoria quiere dejar su legado y ya trabaja con la diversidad y la inclusión, pero enfatiza que el género y el travestismo no son sus únicas pautas.
Abogado quiere trabajar con los derechos humanos y planea abrir una oficina @Archivo personal
“Estoy en proceso de abrir mi oficina y creo que mis servicios se potencian porque soy travesti”, dice. “Me hace tener otras experiencias del mundo y percepciones, una mirada más certera a algunas formas de violencia. Entonces, supongo que eso es parte de mi misión, ¿sabes?
“Me veo hoy como un sueño de las mayores que vinieron antes y pienso en las futuras chicas que entrarán a ese espacio [a faculdade de direito].”

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